Informe de la Huelga General del 22 de marzo en Portugal

Una nueva huelga general tuvo lugar en Portugal el 22 de marzo, la segunda en cuatro meses, esta vez convocada solamente por el sindicato principal, CGTP. La huelga contó con una adhesión menor que la anterior pero estuvo marcada por una intensificación y radicalización de las protestas.

La Sección Portuguesa de la AIT (AIT-SP) ha marcado su presencia en Lisboa y Porto, antes y durante la huelga, con una campaña para la auto-organización de los trabajadores y la acción directa, así como participando en las manifestaciones que se celebraron en ambas ciudades.

Esta huelga general tuvo lugar dos meses después del congreso de la CGTP, en el que eligieron un nuevo secretario general, Armenio Carlos. No es sorprendente que Armenio Carlos sea también miembro del Comité Central del Partido Comunista Portugués.

La UGT socialista no se unió a la huelga esta vez, tras haber firmado un acuerdo sobre la paz social con el gobierno y los empresarios, aceptando ataques históricos a los derechos de los trabajadores, impuestos por un gobierno neoliberal que sigue los planes de austeridad del FMI y la UE.

La huelga llegó en un momento en el que los efectos de las políticas de austeridad están cobrando peaje a los trabajadores. El desempleo continúa subiendo en picado, siendo ahora del 15% según las cifras oficiales (35% entre los trabajadores jóvenes) y la emigración alcanza valores similares o incluso superiores a los de los años 60.

La convocatoria de huelga general encontró a la vasta mayoría de los trabajadores desorientados o paralizados por el miedo. Predeciblemente, la adhesión a la huelga fue menor que la del 24 de noviembre del año pasado.

Hubo fuerte presencia policial en todo el país, controlando los piquetes y las manifestaciones que tuvieron lugar en varias ciudades. En algunos piquetes hubo confrontaciones con la policía.

En Porto hubo detenciones en una manifestación que esperaba la visita del Primer Ministro a la universidad.

En Lisboa, la paranoia controladora de la CGTP alcanzó nuevas cotas cuando su servicio de seguridad intentó evitar que un movimiento de trabajadores en precario, influenciado por otro partido de izquierdas, se uniera a la manifestación frente al parlamento. Otra manifestación organizada por el movimiento “indignados” también se dirigió al parlamente, pero esta vez unas cuantas horas después. Esta manifestación se vio aumentada por una marcha autónoma con el lema “por el bloqueo y ocupación de las calles” que había cruzado previamente las calles de Lisboa lanzando huevos a las instituciones financieras, incluido el Banco de Portugal, y cantando consignas anticapitalistas. Los manifestantes tuvieron éxito en diversas ocasiones a la hora de evitar la detención de los que protestaban por parte de la policía, pero en el barrio céntrico y turístico de Chiado, el arresto de un manifestante originó choques con la policía que terminaron con varios heridos.

Aunque la huelga fue obviamente menor que la última, el gobierno, por primera vez que podamos recordar, no avanzó ninguna estimación de participación, rechazando cantar victoria. En vez de eso, alabaron la naturaleza pacífica y ordenada de las iniciativas de la CGTP, cuyo nuevo secretario general hizo una declaración en la televisión nacional la noche de la huelga condenando “todos los actos de vandalismo”.

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